28.2.18

La soledad del entrenador (I)

Este fin de semana me pasó algo que nunca me había pasado en mis nueve años de entrenadora de equipos de formación, en un club de pueblo. ¿Cuántos entrenadores de este tipo seremos? ¿Cientos, miles?... supongo que a todos les llega el momento. 

Realmente me vi desolada. Fuímos a jugar a un pueblo donde ya había ido muchas veces tanto como jugadora como entrenadora. Fuimos con toda la ilusión que tengo siempre frente a mis partidos, con mi chavales. Y no entendí nada. Vi todo mi trabajo volatilizarse en un momento. No salía nada bien. 

Jugadores que critican al árbitro, jugadores que no entienden que tienen que estar pendientes de su propio trabajo más que el de otros. Jugadores que tras media temporada ensayando movimientos no los han aprendido, jugadores a los que digo mil veces las cosas y que ni siquiera lo intentan, jugadores que no entienden que es un trabajo en equipo, que jugamos con compañeros, jugadores que se creen mejor de lo que son.

Vamos, un partido de esos en los que piensas que todo está realmente mal, que todo es horrible, que todo está perdido y que quieres abandonar. Sientes que nadie te hace caso, que lo has hecho todo mal, que no se esfuerzan ni la mitad de lo que te esfuerzas tú.

Luego miras el acta y tus sensaciones cambian: tampoco ha estado tan mal. Pero vuelves a las sensaciones que has tenido y vuelve esa presión en el pecho: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿No sirven mis entrenamientos? ¿Me habré explicado mal? ¿Será que no me entienden?

Y nada, vuelves el lunes a entrenar y ellos parece que lo han olvidado y tú... cada minuto que pasa estás más perdida. 

Supongo que más entrenadores habrán tenido esta sensación, pero, la verdad, no se con quien lo podría hablar... si estás leyendo esto y quieres compartir tus pensamientos, deja un comentario, entrenador/a. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Piensa antes de comentar. Si decides hacerlo, que sea con respeto.